Una montaña de basura, un trozo de metal, gusanos hambrientos, huracanes y células madre son algunos de los protagonistas de este ambicioso trabajo de Jane Bennett en el que expone por primera vez su teoría de una materialidad viva. Nuestro hábito conceptual tiende a dividir el mundo en elementos inorgánicos y vida orgánica y a trazar una distinción jerárquica entre lo humano y lo no-humano. ¿Pero qué pasaría si asumiéramos el desafío de dejar de considerar a la materia como una sustancia no organizada o inerte? ¿Y si en lugar de relegar a la naturaleza a ser el escenario pasivo de nuestro drama humano le otorgáramos también capacidad de acción?
La perspectiva materialista ha ocupado, desde Marx para acá, un rol central en el campo de las ciencias sociales. Pero la mayoría de las veces se refiere a las estructuras económicas o a los significados humanos “encarnados” en los objetos y tiende a pasar por alto lo que estos objetos mismos son capaces de hacer. Los nuevos materialismos, un rico campo de investigación crítica surgido en los últimos años del que esta obra es un claro exponente, se proponen profundizar esta preocupación. Valiéndose de autores como Spinoza, Bergson, Deleuze o Latour, Bennett desarrolla aquí una teoría de la agencia distributiva que expresa los poderes activos que emanan de las cosas. La coexistencia y la mutua afectación entre entidades biológicas, tecnológicas, geológicas y climáticas se vuelven cada vez más evidentes en el contexto actual de crisis ambiental por lo que este libro implica un proyecto filosófico, pero también político. Tal como sugiere la autora, los patrones de consumo podrían cambiar si cayéramos en la cuenta de que aquello que vemos como desperdicio es en realidad un mundo sujeto a infinidad de imperceptibles transformaciones. Lo mismo podría ocurrir en el campo de la salud pública, si el acto de alimentarse, por ejemplo, fuera entendido como un encuentro entre cuerpos diversos. ¿Y qué implicaría para el rumbo de la política energética si no tratáramos a la electricidad simplemente como un recurso o una mercancía sino también como un ensamblaje complejo de electrones, carbón, viento y programas informáticos?